FLORECER ANTE EL MIEDO

Quiero comenzar este blog contándote mi perspectiva acerca del plan divino y acerca de la trayectoria que tiene el ser humano hacia la trascendencia.

¿Plan Divino? ¿Existe un Plan Divino? ¿Cómo lo sabes?

Desde niña he estado conectada con una sensación, una percepción frente a la vida que me ha dado la total seguridad de que existe un plan divino. Esta seguridad nunca se asentó en bases intelectuales, filosóficas ni científicas, (aunque la ciencia siempre ha estado, de alguna forma, reconociendo la realidad de este plan, principalmente en el asombro del magnífico orden que se encuentra detrás de todo, desde el orden que mueve a una célula, desde lo más micro, hasta el orden que siguen los planetas, los astros y la geometría sagrada que es la base de toda la forma que rige esta realidad física como la conocemos) esta seguridad se ha basado en una percepción que se siente sumamente real en el cuerpo y todas las ideas que emanan de esta percepción parecen venir de un lugar que no es el lugar habitual desde donde la mente crea mi pensamiento.

El conocimiento espiritual es íntimo y personal, la experiencia que yo tengo acerca de este tema puede ser diferente a la experiencia de otra persona respecto al Plan Divino y ninguna es errónea. En las verdades espirituales no hay guerras ni comparación pues por lo general estamos en distintos puntos evolutivos. Todos acertados, todos enriquecedores y lo más importante, todos necesarios. Todo lo que existe tiene un propósito y su misma existencia lo confirma. El momento en que el dolor ya no sea necesario no experimentaremos más dolor.

Desde el intelecto o desde mentalidad científica podemos acordar que hay cosas que son ciertas y verdaderas y que hay otras que no lo son. Cuando hablamos de temas Espirituales debemos estar abiertos a lo que el otro ha experimentado como verdadero, sabiendo que esa es su experiencia y reconociendo lo que nosotros hemos experimentado como real en nuestro camino. Reflexionando y Auto observándonos pues el crecimiento espiritual empieza con honestidad y el reconocimiento de los aprendizajes del propio camino.

Ahora, hay verdades subjetivas que son las verdades que nosotros encontramos en nuestro presente según nuestras experiencias y aprendizajes, y hay verdades objetivas que desde mi punto de vida son las que forman parte del Plan Divino. El Amor como propósito, La Consciencia de Unidad, la transmutación del Miedo, Lo Esencial y lo Ilusorio, El Camino Álmico, y la trascendencia o Unificación de la Dualidad, son verdades, caminos, experiencias que creo que nos unen a todos y forman parte de nuestro propósito colectivo espiritual, un propósito que subyace a todas las experiencias que vivamos como seres “individuales” ya sean “positivas, o negativas”. Estas verdades son como una huella, una impronta que dirige nuestro camino espiritual. Podemos reconocerlas, podemos ir paso a paso, sin apuros, aprendiendo a vivir en el presente, conectando y comprendiendo, podemos también darle las gracias a lo que no pueda ser comprendido, podemos dar amor a los callejones sin salida, podemos demorarnos y quedarnos más tiempo de lo necesario en aquellos lugares oscuros, o podemos ir atravesando cada puerta con gracia. Es nuestra elección y el reconocimiento de esa libertad que nos permite elegir también nos liberará cuando queramos continuar.

“Como es arriba es abajo” dice la segunda ley del Kybalion “La Ley de Correspondencia”. Esta ley nos enseña que todo lo que encontramos en la Tierra está reflejado en el Cielo y si vamos más profundo también podemos decir “Como es Afuera es Adentro.” Esta es una idea relativamente común en el ámbito espiritual y al entenderla comprendemos que el mismo orden que está apoyando la vida sobre la Tierra, el mismo orden que permite que las semillas germinen, el mismo orden que permite que el árbol de sus frutos, esa misma inteligencia está llevándonos hacia nuestro propio florecimiento, hacia la iluminación que empieza en lo más profundo y cotidiano; hacia el ser mejores seres humanos. Y exactamente de la misma forma todas las guerras y la separación que vemos en el mundo externo es un reflejo de nuestra propia separación interna y de la desconexión que vivimos con nuestra esencia espiritual.

Hay dos caminos, el miedo o el amor. Cada decisión tomada en nuestro día a día y desde lo más cotidiano esta movida por uno de estos dos estados. Necesitamos más momentos de silencio para darnos cuenta y elegir con consciencia. En mi caso no ha sido fácil, mi sensibilidad y la empatía que he desarrollado con los años ha hecho que se vuelva sumamente desafiante elegir el amor por que aunque mi mente sabe que es el mejor camino mi cuerpo energético y emocional me muestra aprendizajes que deben ser iluminados. La diferencia es que no habito el miedo con los ojos vendados, me doy cuenta de que elijo estar ahí porque hay algo que debo aprender y una vez integrado el aprendizaje puedo habitar el amor y la paz de una forma real y profunda. Finalmente somos humanos y si estamos aquí es porque el aprendizaje continúa.

El miedo es lo opuesto al amor, es cierto. Pero los opuestos en esta realidad dual son complementarios. Y ese miedo y ese dolor son grandes maestros que si lo elegimos nos pueden llevar a reencuentro con nuestra el Amor y la Paz.

Ahora vamos a profundizar un poco más en el tema del miedo.

El miedo es nuestro aliado pues es una oportunidad para iluminar. Cada proceso limitante, paralizante o que simplemente nos mueva de nuestro centro de paz es una oportunidad para utilizar la luz que somos. Encontrarla es un acto sagrado de valentía y de amor. Muchas personas están esperando a que llegue la iluminación pero si la vida no nos encuentra iluminando no nos va a iluminar. Si la vida no nos encuentra amando difícilmente recibiremos ese amor.

El miedo es una oportunidad para utilizar nuestra luz y de esta forma, recibirla.

Cuando trabajas de forma amorosa y consciente con tus estados internos, recibes consciencia y amor para transitarnos.

A continuación te comparto un trabajo práctico y profundo para realizar cuando estés habitando espacios de miedo, dolor o limitación. Hazlo en el orden que propongo y sin saltarte ninguna indicación. Tomate el tiempo que consideres necesario y asegúrate de estar en lugar donde te sientes totalmente cómoda y donde en lo posible no tengas interrupciones.

  1. Escribe lo que te está pasando, lo que estas sintiendo y en que parte del Cuerpo lo sientes. Registra tu proceso.
  2. Conéctate. Toma 3 respiraciones profundas. Imagínate rodeada de luz dorada, estás en una habitación blanca, aquí se encuentran todos tus guías y maestros espirituales, no los puedes ver pero si los puedes sentir. Estas segura y confiada en este lugar. Estas sentada y tu miedo esta frente a ti.  Pregúntale:
  3. Preguntas:
    ¿Qué me quieres decir?
    ¿Qué necesitas para transformarte?
    Escribe en un cuaderno.
  4. Hoponopono
    Dile Te amo, te perdono, perdóname, gracias. Repite estas palabras hasta sentir amor por este miedo y cuando llegues a ese estado inhala y exhala profundo.

  5. Integración

    Vuelve a visualizarte en un círculo de luz dorada y ve regresando al aquí y al ahora dirigiendo la atención a tu cuerpo físico y a tu respiración. Lee tus respuestas y trata de comprender de forma intuitiva cuales son las acciones a seguir después de este trabajo. Como puedes integrar toda la información que has recibido.

Cada vez que hago este ejercicio me doy cuenta de que este miedo no es algo externo a mí, no es algo que alguien vino a crear en mí. Este miedo soy yo, una parte de mi alma que está herida y necesita sanar. La vida me abraza en la luz cada vez decido darle las gracias a mi miedo y entregarle mi presencia. Recuerdo que todo es perfecto y que el miedo y el dolor están apoyándonos hacia nuestro mayor crecimiento.

Recuerdo que nadie puede sanar mis procesos, este es un trabajo que me corresponde exclusivamente a mí.

Lo maravilloso es que hay personas y experiencias que vienen a ayudarme, a servirme haciendo que este miedo o dolor aparezcan, y esta es la gran oportunidad. Agradezco primero y luego me dispongo a hacer el trabajo sagrado, el trabajo interior.

Recuerda al plan divino detrás de todos los acontecimientos que surjan en tu vida.

“No hay nada fuera de las manos de Dios.”

Namasté

-Linda Sol-

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